lunes, 18 de mayo de 2009





Subiendo por el lado difícil


“Dadme una prueba más contundente de que hayas visto la realidad”
Shakespeare

Hacía un rato que había perdido la cuenta, ignoraba cuantos escalones había dejado atrás y sospechaba que los que me faltaban iban a ser interminables. Mis pies explotaban dentro de mis zapatillas, confundiendo mi condición de turista del mundo con la de mártir Latinoamericano. Pero no, era un simple curioso por llegar a la cima, respirar hondo y sentirme poderoso. Desde luego que nada de eso ocurrió, exceptuando haber llegado a una cima minada de otros turistas que quizás como yo, habían recibido la estúpida sentencia de que “venir a México y no visitar las pirámides de Teotihuacan no era venir a México”.
Lo cierto es que una ves allí, en lo alto de la pirámide del Sol, comencé a recuperar aire, mientras que con mi mirada buscaba un bar, restaurante o puesto de bebidas que ayudara a mitigar mi mal humor. Pero, por suerte o por desgracia para mí, el carácter folklórico del lugar, había mantenido cierta dignidad con la historia y el confort que yo reclamaba no estaba para arruinar el paisaje.
De repente, como música para mis oídos, escucho que alguien le ofrece agua a otro
- ¿Querés agua?, dice la vos que inmediatamente sigue parloteando ideas y cosas de Arquitectura, Arte y Filosofía.
- Conozco esa voz, pensé. Conozco esas ideas. Me doy vuelta y sin ni siquiera pensarlo me salio como un grito:
- MAURO!!! ¿Qué haces acá?
- Fabián! ¿Qué haces vos acá?
……………………………………………………………………………………

A la hora, luego de bajar de la pirámide y despedir a su amigo, entramos en una lechería.
- ¿O sea que después de la beca en Denver te salio esta muestra en México?, le pregunte.
- Sí, y sin tener que pasar por Bs. As. Antes.
- Buenísimo!!, ¿y acá vas hacer una instalación?
- Una instalación, unos dibujos y algunas de las esculturas blancas.
-¿En tus muestras siempre combinas esas tres cosas, no?
- Sí, es cierto. Creo que son registros diferentes de una misma cosa. Pienso incluso que tanto las mesas como las piezas de plastilina blanca son casi como dibujos tridimensionales.
- Entonces, ¿la imagen y la preocupación estética en los tres soportes es la misma?, le pregunte, sabiendo que se venía una charla de 5 horas.
- Claro.
- ¿El soporte no te condiciona la idea o el concepto de lo que vas a hacer?
- En estos últimos tiempos he intentado procesar e ir haciendo más conciente qué significa esto para mí. Qué significa haber pasado a un material más escultórico como la plastilina, y pienso que trabajar de esta manera es consecuencia de la manera en la que dibujo. Para mí las imágenes tiene cuerpo, las cosas tienen cuerpo. Ahora soy conciente de eso. Entonces quizás el dibujo era muy modelado, y modelar era un paso muy natural.
- ¿Qué las cosas tienen cuerpo, qué quiere decir puntualmente?
- Bueno, no sé si las cosas tienen cuerpo o es mi cuerpo que se proyecta en ellas.
-¿Querés decir que en esos monstruos estas vos? Algo así como madame Bovary cet moi … (risas)
- Me parece que yo no puedo desligarme de mi propio peso corporal. No es que se proyecta ahí mi psicología, si no mi manera conjunta de percibir. En ese sentido las cosas para mí tiene que tener un peso, una densidad determinada.
- Pero el cuerpo que les das, o tienen las cosas ¿de donde viene?
- Supongo que en gran parte de mi. En los dibujos y en las piezas pequeñas, la saturación de detalles le da densidad y espesor a las imágenes. De hecho en algunas obras hay una puesta de mi propio cuerpo concreta y palpable que se agregan a la forma como una especie de temperatura.
- ¿y el resto de las obras?
- Hay dos grandes bloques que voy identificando en los trabajos: uno tiene esta cosa corporal, que cada vez es más fuerte y después está todo ese universo imaginario de las miniaturas blancas y los dibujos, que son básicamente monocromáticas porque me interesa reducirles sentido, supongo que es para crear un poco de distancia.
- ¿Distancia por qué?
- Porque creo que me interesa enfriarlo. Me fascina, pero es algo en lo que no creo.
- ¿Cuándo hablás de imaginario, a qué imaginario te referís?
- Lo del imaginario es algo muy importante. Me refiero a los imaginarios sociales que estructuran una imagen, de lo monstruoso por ejemplo, o de lo anormal, o de lo fantástico, va! de miles de cosas. Y está lleno de convenciones claro, es un universo muy legislado el de la imaginación.
- ¿Tu trabajo dialoga con las obras de otros artistas?
- Si, bastante. Descubrí recientemente que comparto con muchos de ellos un cierto territorio formal y un interés por la ficción…a ver…pienso que uno, conciente o inconcientemente va armardo la genealogía de la tradición a la que pertenece. Yo noto, en mi caso, que hay una tradición formal muy larga, que incluye esta preocupación por lo monstruoso y lo fantástico, que seguramente viene desde el Bosco. Ahora, en el mundo contemporáneo todo eso se multiplica, se mezcla con otras cosas y se aborda de miles de maneras. A mi, particularmente me gusta la tragedia y el drama en el arte… (risas) así que busco cosas que me hablen de eso, que me den imágenes.
- La trage…
- La tragedia y el drama- me interrumpió-
- Y la comedia diría.
- Mi humor es hijo del escepticismo.
- Estaba pensando en algunas obras, en la grande, la del hombre disfrazado de dragón. ¿No hay un diálogo entre lo siniestro y lo ridículo, en esa obra, o entre lo siniestro y lo absurdo?
- Si. Tiene mucho de Comic. Con el comic cada vez me siento más cercano. Es un lenguaje muy conciente de su artificialidad.
- Y cuando hablás de que te interesa la tragedia y el drama, en tus obras ¿cómo traducís eso? Bueno, en las obras más narrativas se puede identificar claramente eso, pero ¿hay otra forma en la que lo traducís?
- Me interesa la tragedia, esa en la que al final mueren todos, triunfa el mal y además todos sabían que iban a morir… (risas) pero soy un vitalista, y al final quiero que alguien sobreviva…Supongo que hay algo de gravedad en algunos trabajos, que aparece interferida por la literalidad y al mismo tiempo la distancia. Las vísceras tiradas por todas partes, es eso.
- ¿Y qué hay del drama y del mundo de los sueños, algo de eso se cruza con la tragedia; el delirium tremens, cosas del surrealismo?…Me mencionabas a El Bosco, yo te asocio muy directamente con él. Él tomaba acetona para poder tener esas imágenes locas. Es decir, recurría así al inconciente, se drogaba a full porque quizás no se bancaba ese mundo, hoy uno se banca mucho más ese mundo monstruoso…yo creo que hasta Goya no se bancó ese mundo que imaginó, él, comenzó a plantear concientemente que “la monstruosidad estaba en nosotros”. De otro modo, hay que buscarla en otro plano mental. ¿Vos dónde estás parado en relación a esos dos planos, estas en la cosa más surrealista de delirium tremens, o crees que representas de cierta manera la realidad?
- No estoy en ninguno de esos dos lugares seguramente. Yo reconozco esos imaginarios como si fueran libros en una biblioteca. Bacon, El Bosco, Lynch son universos flotantes. Al mismo tiempo reconozco el poder que tienen esos imaginarios para construir una realidad. Mirá, hace falta tocar un solo símbolo, para que haya una guerra mundial, y en esos universos flotantes se agitan las pasiones!... De cualquier manera, quizás mi postura es más analítica, más distante. .
- Este Club que nombras: Bacon, Lynch… al cual te hago socio aunque quizás con cierta distancia histórica, ¿tal vez vos seas más aséptico no? Lo tuyo es mostrar la monstruosidad o la tragedia -o las consecuencias de la tragedia- en términos violentos, pero una monstruosidad que podemos tener todos en definitiva, porque en términos simbólicos e incluso más allá de lo que vos digas, cualquiera en un objeto de esos, puede reconocer algún fantasma…
- ¿Convoca fantasmas no?
- Convoca, claro. Pero vos lo haces con manos quirúrgicas, como con guantes de goma. Tipo Cronenberg que muestra lo siniestro y lo monstruoso pero con elementos esterilizados. La verdad que lo interesante y lo atractivo puede ser la distancia. Digo, hacer monstruos y pintar como si fueran delirium tremens no pareciera que es lo que sale de lo común, o hace singular a tu obra. Eso es un estereotipo si querés. En cambio vos lo haces pasar a un laboratorio para estudiarlo detrás de un microscopio. ¿No te sentís medio como un Dr. jekyll? (risas)
- Si.
Mire a mi alrededor, éramos los últimos de la lechería, los mozos ya comenzaban a poner las sillas sobre la mesa como una invitación a la salida. Pagamos. Era de noche y por un momento la calle me dio un poco de escalofrío; habíamos estado hablando más de tres horas y me había olvidado de que estábamos en un tugurio del DF hablando de Goya, Lynch, El Bosco, doctor Jekyll y de más.
- ¿Vamos mañana a la otra? – de golpe me pregunta Mauro en penumbras.
- ¿Otra? ¿Qué otra?
- La otra pirámide, la de la luna.
- Noooo, ni loco- le conteste- prefiero antes, ir a aquella luna- le dije, mientras le señalaba con un dedo el reflejo del la luna de verdad en un charco de esa calle abandonada.


Fabián Burgos. Buenos Aires, noviembre de 2008.

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